En la serie de artículos anteriores, donde se planteaban temas relacionados con la planificación estratégica, resaltaban elementos como: situación actual, destino, entorno, incertidumbre, mercado; fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas, todo ello para poder trazar un rumbo que permita a las organizaciones el cumplimiento de objetivos y su medición de desempeño.
Sin embargo es necesario resaltar un punto que, a pesar de ser conocido, no deja de ser una realidad con la cual esas organizaciones deben manejarse: el entorno contemporáneo se caracteriza por es cada vez más variable, ágil; a la vez, el futuro es cada vez menos predecible, lo cual nos lleva al cambio un cambio de paradigma pues cada vez menos se puede confiar en predicciones. Por otra parte, desde el punto de vista de control, no tenemos el que pensábamos que se tenía. Y para cerrar: los tres elementos anteriores están interrelacionados. Es, en palabras de varios autores, Jim Selman entre ellos, un mundo en tiempo real, término que viene heredado del ámbito de la informática para describir la inmediatez de los hechos.
Las cosas suceden ya. Y esto es parte de ese punto de partida, de la situación actual.
La complejidad e interrelación, además, se incrementan; de allí el término VICA (o VUCA, en inglés) acuñado por Carlisle Barracks del Ejército de EE.UU.: Variable, por ser un ambiente cambiante en esencia, Incierto, por su dificultad para hacer predicciones, Complejo, entendible pero con costos sustanciales y con poca capacidad de desentrañar las claves del contexto, y Ambiguo, por la dificultad para comprender las relaciones entre los elementos del entorno.
Para emprender una iniciativa o un negocio, un emprendimiento, desarrollar un proyecto, implantar una solución, estas características del entorno, más que una amenaza, pueden convertirse en oportunidades si su Organización se mueve con certeza y seguridad, esto es, sabiendo qué y cómo hacer, combinado con acciones oportunas y veloces. Con agilidad.
Las organizaciones son comunidades integradas por seres humanos que comparten una cultura – misión, visión, valores – y unos objetivos. Una manera de hacer las cosas; y esa manera debe estar a la par de lo que sucede en el entorno. Un entorno VICA en el cual la agilidad es esencial.
Esa agilidad debe ser una característica de los equipos de trabajo de las organizaciones; adoptarla requiere que sus directivos estén sensibles, conscientes y apoyando de manera efectiva, a la vez que los colaboradores asumen responsabilidades con nuevos enfoques y actitudes. En esta jornada de cambio de percepción y de actitud es necesario que cada integrante de esa comunidad sea capaz de adaptarse y dar resultados.
Es acá donde la gestión de cambio juega un papel preponderante para que los colaboradores y los directivos consigan los objetivos que se plantean, en tiempo, en alcance, en calidad.
Siguiendo con el tema punto de partida, existe otro elemento de los equipos de trabajo actuales de enorme influencia: esta generación que está activa es una generación de transición entre lo analógico y lo puramente digital; ha estado en contacto con la máquina de escribir, pero también con celulares inteligentes. Ha vivido una importante cantidad de cambios y tiene a la vez la responsabilidad de entender y aplicar lo que se esta presentando, de desarrollar lenguaje y estilos de trabajo que permitan la sinergia de las cinco generaciones que, de manera no intencional, pueden coincidir en las organizaciones: los tradicionalistas, los ‘baby-boomers’, la generación X, los ‘millenials’ y la generación Z. Todas con características, lenguaje, actitudes, compromiso y aptitudes, diferentes entre sí.
Entonces las organizaciones deben desenvolverse en un ambiente de extrema variabilidad externa y de una diversidad interna. Y para ello la gestión del cambio es imprescindible.
La gestión de cambio tiene dos áreas en las cuales debe desarrollarse: en lo estrictamente personal, para tener noción cierta de las fortalezas y debilidades – al igual que una empresa – que caracterizan a cada colaborador; esto es, su punto de partida. Y con apoyo externo, mentoría o coaching por ejemplo, potenciar sus fortalezas y minimizar sus debilidades para poder apoyar de manera efectiva a la organización a la cual pertenece. Hacer una suerte de plan de vuelo personal tomando en cuenta su rol en a organización.
La otra área es la organizacional: cómo se promueve y se vive la necesidad de cambio para adaptarse al entorno, acoger esas cinco generaciones, y adoptar tendencias, como la transformación digital, o metodologías como Agile en gestión de proyectos.
La gestión de cambio tiene que ver con el importante cambio de mentalidad de los colaboradores y de los directivos. Y mentalidad se refiere a la coherencia entre lo lingüístico, lo corporal y lo emocional que nos caracteriza como seres. Como observadores.
Además, antes se decía que lo único constante es el cambio, pero como dice Rafael Echeverría, master coach ontológico, escritor, conferencista y filósofo chileno, precursor de La Ontología del Lenguaje: El cambio, cambió.
¿Está usted preparado para este presente?
¿Cómo asume su Organización la variabilidad del entorno y la diversidad generacional?
¿Cuán preparados están para Agile o para transformación digital?
De ello, seguiremos compartiendo con ustedes en próximos artículos.